Existe una ambivalencia poética en el duelo. No hay amor sin duelo, ni duelo sin amor; solo se duela lo que se ama, y proporcional al amor, es el dolor.

Entiendo que queremos evadir el dolor a toda costa, pero este es parte de la vida.

En todo existe un precio que se paga. Quizás lo único que nos quede es, dentro de lo posible, elegir cuál precio pagar y por qué cosas hacerlo. 

El duelo por amar duele mucho, sí, pero me parece aún más doloroso el dolor de nunca haber amado. Frankl lo expresó precioso: el amor es la meta más alta a la que puede aspirar el ser humano. No tener nada qué amar sería una verdadera catástrofe.

Entonces, una poesía del duelo sería que un corazón que duela es un corazón que ama, y por lo tanto, que late, que vive.

Así es como mi dolor por la muerte de mi hermano cobró un sentido distinto: su muerte duele porque lo amé y lo extraño porque lo amo. Esto quiere decir que he vivido y he podido experimentar lo más bello en la existencia: haber tenido – y seguir teniendo dentro– a otro en mi vida.

Si el dolor es el precio que tengo que pagar por haberlo amado inmensamente, no lo amaría ni un poco menos; si el dolor es el precio que tengo que pagar por todo lo que vivimos juntos, lo pagaría una y otra vez, pues el dolor del duelo no se compara con la alegría de haber coincidido con él.

Futuralgia es el libro donde entrego mi sentir y expongo algunas reflexiones que he tenido a lo largo de este tiempo sobre las que me he sostenido para reconstruirme alrededor del vacío de la pérdida; explico una forma distinta de ver el duelo, propongo un nuevo concepto para nombrar —y por lo tanto descargar— un sentimiento tan profundo y doloroso que se experimenta ante la pérdida; y comparto pequeños testimonios de duelo de diversas personas con el fin de crear una conexión entre tú, yo, y otro en este proceso.

Espero que esto pueda hacerte reflexionar sobre tu percepción del duelo, el amor hacia las personas que ya no están con nosotros, los recuerdos y los momentos que nunca podrán ser.

✧ Farid Dieck